Como una flecha de cupido sus palabras llegaron directas a mi corazón, aunque eran sus últimas palabras. Se marchaba de mi vida para poder ayudar a quienes lo necesitaban.
Se alistó al ejército y aunque las posibilidad eran escasas lo escogieron a él. Parece ser que ellos también supieron ver lo leal y fuerte que era.
Mis lágrimas mojaron su camisa azul, la que le regalé hace una semana por nuestro aniversario. Esa camisa que ahora se ha convertido en mi refugio todas las noches. Así siento su olor abrazando cada rincón de mi cuerpo desnudo.
Sus besos fueron mi último regalo.
Ona.
